Dakar, 27 de Febrero de 2011.
3.40 de la mañana.
Por fin estamos en el avión, nos lo han retrasado un par de veces y pensábamos que nunca iba a llegar este momento. Estamos cansados pero no podemos dejar de comentar lo que hemos vivido durante estos 9 intensos días.
3.40 de la mañana.
Por fin estamos en el avión, nos lo han retrasado un par de veces y pensábamos que nunca iba a llegar este momento. Estamos cansados pero no podemos dejar de comentar lo que hemos vivido durante estos 9 intensos días.
El recibimiento de Bafican. El atardecer en Toubab dialaw. La huerta de Bandafassi , sus mujeres y la emoción de todos al ver que el esfuerzo para tener un trozo de tierra fértil daba sus primeros resultados. El viejo hechicero en Hitu, su estado penoso y la dignidad y el respeto con la que realizaba su “trabajo”. Acostarse en la cabaña de Mako mientras escuchas cantar a los niños. Djembes y dundunes en Carabane. La casa de los esclavos de Goré. La picardía de Celestino. Salsa de cebolla con arroz, salsa de cebolla con cuscus, salsa de cebolla con espagueti, salsa de cebolla con todo!! Más canciones y bailes de niños en la guardería de Hitu. La camiseta verde de Papau. Demba y… “tranquilo, yo soy el guía”. Ceibas y baobabs. La sonrisa de Angelique y beber cocacola en su cama. Las conversaciones con Eric y Nieves. Las frías aguas de la cascada de Dindeferlo. Oscuridad en las noches sin electricidad. Las canciones de Christoff a la guitarra. Baches en la carretera. Las sonrisas de los niños y la mirada de los ancianos. Más baches en la carretera. Gloria y su casa de botellas. La familia de Ambrosio. Los plátanos. Los encantos de Mbur según Paco. El arte de regatear y el arte de saber que estás pagando de más y sonreir porque no sabes regatear. El amargo sabor de la cola que llevamos a Iwol. Aruna y… “ Yo lo que diga Demba”. Los manglares del río Cassamance. Las risas contagiosas con Pierre, Demba, Paco y Christoff sin saber una palabra de Wolof.
No conseguimos mantener una conversación ordenada y creemos que no es solo por el cansancio, las ideas se nos amontonan y saltamos de un recuerdo a otro. El contraste es fuerte, los paisajes, los colores, los sonidos, los olores. Volvemos confundidos. Los primeros días solo pensábamos en que queríamos ayudar, pensábamos en dar dinero o en cómo organizar algo que nos permitiera conseguir fondos para apoyar los proyectos de Yakaar.
Escuchábamos las conversaciones de Demba y José María en el asiento de atrás mientras cruzábamos el Pays Bassari y empezamos a comprender que la importancia de la ayuda económica es parcial mientras no haya un cambio de mentalidad, se necesita que ellos también se comprometan con los proyectos, que tengan iniciativa. “Hay que dar pero hay que exigir” decía Demba “No pagaremos el molino entero, que ellos ahorren la mitad de lo que cuesta”. Nos imaginábamos como sería estar allí, vivir en el campamento de Leontine y visitar todas las mañanas la huerta, nos preguntábamos si habría algo de lo que sabemos que podría ser útil allá, si les serviría nuestra ayuda, si podríamos colaborar a que ese cambio de mentalidad fuese real.
Y entonces vimos centros médicos cerrados porque nadie pensó cuando se invirtió en ello que nadie los utilizaría, observamos en niños y mayores el gesto automático de pedir algo al “toubab”, vimos con horror como la televisión estaba llevando lo peor de nuestro sociedad en forma de consumismo entre los mas jóvenes, Zuley chulea de móvil pero lleva una camiseta raída. No entendemos cómo puede plantarse un cartel en mitad de la nada de una compañía de telefonía. Pero no veis que no tienen nada!! Porque quieren sacarles lo poco que tienen, ¿es otra forma de colonialismo?. Pero y sus gobiernos, es que no hacen nada!.