DEMBA




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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Manuel y Gema en Senegal con Demba y Ambrosio

Llegamos a Dakar un domingo por la noche después de una larga espera en el aeropuerto. Nunca antes habíamos estado en África, y nos pareció una buena opción empezar por Senegal a pesar de que, no sabíamos nada de ese país , si acaso que la mayoría de los vendedores ambulantes procedían de allí. Y Senegal nos recibió, como luego hemos visto que recibe a todo el mundo, con un abrazo tierno y calentito.

A la mañana siguiente iniciamos nuestro viaje acompañados de Demba, Ambrosio, Paco, Marc y Judit. Y lo hicimos de una forma inmejorable recorriendo el lago rosa en un jeep y surcando sus dunas, fue una experiencia estupenda y emocionante.
Sin duda alguna preludio de lo que sería el resto de nuestro viaje.



El tercer día recorrimos carreteras llenas de burros, niños, vacas, coches y camiones que en Europa hacen siglos que están en los desguaces, pero en Senegal todo es posible, pues el reciclaje allí alcanza cotas inimaginables, de tal forma que vimos camiones que desafiando a las leyes físicas permanecen en pie y lo que es más increíble "andan".

Durante el trayecto lo que mas nos llamó la atención era el porte elegante de las mujeres senegalesas; ¡Dios Mio! cuanto daño hace la moda europea a estas mujeres, mi gran desconocimiento sobre este asunto me llenó de perplejidad durante las dos semanas que duró nuestro viaje. Y yo que pensaba que la "pasarela Cibeles era "lo más", que equivocados estábamos, creíamos que en España estábamos a la vanguardia del estilismo, pero lo cierto es que nunca antes vimos en otro país mujeres tan esbeltas y a las que cualquier trapito les cae bien. Cierto es que a esto contribuyo sin duda alguna el hecho de que estábamos en Ramadan y que según nos contó Ambrosio se visten y peinan como si fueran a una gran fiesta especialmente durante el fin de semana.



El tercer día tras recorrer tierras mandingas llegamos por la tarde a Mako, donde a pesar de que no pudimos ver a los hipopótamos disfrutamos un montón del campamento solidario. El caso es que durante toda la jornada Ambrosio no dejó de hablar sobre la "buena vida de los mandingos" hasta el extremo que Manuel pensó seriamente en hacerse mandingo, y en esas estábamos cuando uno de los responsables del campamento solidario se ofreció como guía a enseñarnos su poblado.

He de decir que como mujer europea, dada a expresar su opinión sobre todo, no se me ocurrió otra cosa que romper el hielo hablando sobre el mundo mandingo y sobre la posibilidad de que Manuel ingresara en él, y fue cuando el amable guía me miró perplejo y me pregunto por qué y yo ni corta ni perezosa le largué que era evidente , no dar ni golpe y poder tener hasta cuatro mujeres para que te mantengan era un plan idílico para cualquier hombre europeo .El guía me miró fijamente y dijo "Yo soy Mandingo". En esos momentos hice gala de una de mis mejores sonrisas mientras analizaba por que no me habría comido la boca un chon ...como pude le dije que en Europa las mujeres éramos una ladinas y que si Manuel quería hacerse mandingo yo, su amada esposa, le sacaría hasta las muelas. En fin menos mal que el guía no entendía muy bien el español y en ese momento mi marido me socorrió dándole la vuelta a la conversación. Por cierto el pueblo mandingo era muy bonito estaba limpio y bien organizado.

El cuarto día ya desde Kedougou, por la mañana fuimos a la cascada y junto con Ambrosio nos sumergimos en sus increíbles aguas, que eran templadas y cristalinas, y allí pudimos visitar la huerta que se estaba financiando con el dinero de la asociación.



El quinto día fue el más especial de nuestro periplo, tanto es así que he de confesar que por la mañana me levanté con cierto hormigueo en el estomago. Habíamos leído acerca de la subida a Iwol y yo no había parado de preguntarle a Ambrosio si el creía que sería capaz de llegar hasta la cima y el me contestaba que sí, lo cierto es que según llegamos al inicio de la subida, dos muchachos se nos acercaron , al principio no capte la idea pero pasados unos minutos me giré y le dije a Ambrosio que si habían venido por si me arrepentía durante el ascenso ya les podía mandar de vuelta a su poblado pues pensaba subir si era menester con los dientes, Ambrosio sonrió y me dijo tranquila. Manuel que me conoce no dijo nada, sabía de sobra que si era necesario subiría arrastrándome.

El caso es que a medio camino durante la subida coincidimos con Jean Baptiste que bajaba al poblado de abajo a buscar vino de palma y ahí estábamos henchidos de orgullo y de satisfacción al ver como llegábamos a la cima cuando vimos que Jean Baptiste estaba devuelta y que llevaba a sus espaldas una garrafa de 25 litros de vino de palma. Ahí es nada, Jean Baptiste había subido y bajado en un “pis pas”, calzando una simples chanclas, en cambio nosotros íbamos preparados como para subir al Himalaya, mochilas, botas de montaña, ropa antimosquitos y transpirable.... en fin "la leche" y lo mas penoso es que tuvimos que dejarle paso pues él con su garrafa de 25 litros iba ligero como una pluma en cambio nosotros estábamos híper ventilando como locos, pero el esfuerzo mereció la pena y al final logramos subir hasta el poblado.



La llegada fue impactante pues de entre los maizales nos salió a recibir una anciana con lepra que andaba limpiando la tierra donde se había sembrado el maíz. Posteriormente se acercaron algunas mujeres y algunos niños.

El caso es que tras repartir parte del material que llevamos a Senegal, Manuel, hombre observador donde los haya, se percató de que una de las pequeñas se encontraba gravemente enferma. Tras comentárselo a Ambrosio decidimos llevar a la pequeña que se llamaba, Denis al dispensario que se encontraba en un campamento militar próximo al poblado. Tras llegar al citado campamento, gracias a la hábil conducción de Paco, el médico que atendió a la pequeña enseguida se dio cuenta de su situación y tras administrarle un antitérmico y otra serie de medicamentos la niña resucitó como por arte de magia. Pero lo más conmovedor no fueron los ojos de agradecimiento de sus padres, sino el abrazo sentido de la pequeña que a pesar de tener tan solo cuatro años, nos lo dijo todo con su mirada.



Los días sexto y séptimo los pasamos recorriendo el parque de Niokolo Koba, pasando por Tamba, Kolda hasta llegar a Ziguinchor. He de decir que de nuevo Senegal nos sorprendió por sus preciosos parques y frondosos bosques. Aunque para sorprendente fue el recibimiento en Bafican. A pesar de que ya habíamos visto fotos del agasajo al que someten a los visitantes, la verdad es que nos encantó. Durante la mayor parte Ambrosio y yo estuvimos danzando al ritmo que nos marcaban, he de decir que me he visto en el video que grabó Manuel y estoy penosa, pero eso sí, muy metida en el papel.



El caso es que durante la media hora que duró la visita Manuel se mantuvo firme y desechó todas las invitaciones que le hicieron, sin embargo al final cuando ya nos íbamos, se lanzó y empezó a brincar como un loco dejando perplejos a todos los que asistimos al evento. Ambrosio se moría de la risa y los jefes del poblado no salían de su asombro. Aquel hombre "Blanco" era el "Travolta de Bafican" arrancando unos aplausos muy merecidos. Yo no salía de mi asombro preguntándome en que momento mi marido se bebió el vino de palma de la ofrenda.

Los días octavo y noveno sufrimos las inclemencias del tiempo y no dejo de llover durante nuestra estancia en Isla Carabane e Itu, pero aun así nos parecieron dos islas con un encanto especial y entendimos por que Marc y Judith habían puesto tanto empeño en casarse allí.

Los días décimo y onceavo, los pasamos recorriendo la zona de Cap Skirring; nos impresiono ver como la gente cultivaba el arroz y a los pescadores. Las imágenes eran muy bellas pero a la vez durísimas. También visitamos varios poblados y vimos varios templos animistas. En todos los sitios los niños venían nada más vernos y siempre estaban sonriendo.


El día doceavo pasamos por Gambia. Los dos hemos jurado no volverlo a hacer, la jornada se prometía como las demás llena de anécdotas, pero a la llegada a la cola del transbordador nos dimos cuenta que algo pasaba. Ambrosio no salía de su asombro pues la espera iba a ser larguísima, y así fue, estuvimos esperando para cruzar en la barcaza más de seis horas. El caos reinante en Gambia así como el final del Ramadan ayudaron al desastre, durante horas permanecimos atrapados en la cola viendo con asombro como subía la marea, haciendo imposible dejar la furgoneta. En fin toda una experiencia.


Los días treceavo y catorceavo los dedicamos a volver hacia Dakar. Lo más bonito de la vuelta fue la invitación de Paco y de Ambrosio a sus respectivas casas, pudimos conocer a sus encantadoras familias que nos acogieron con mucho cariño y disfrutar de sus guisos.


En resumen la experiencia con “Demba Tours” ha superado con creces nuestras expectativas y a pesar de haber estado en muchos otros países la diferencia con ellos es que en Senegal hemos dejado amigos a los que esperamos volver a ver pronto. Y como dice Demba en un video cuando estuvo en España, LLEGAMOS COMO TURISTAS A SENEGAL y NOS FUIMOS DE ALLI COMO SOCIOS DE YAKAAR AFRICA.

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