DEMBA




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viernes, 3 de septiembre de 2010

Sandra y Oscar en Senegal

Nuestro viaje empezó un poco “sin querer”. No teníamos claro donde ir, y hacía falta buscar un destino donde el billete de avión no fuese demasiado caro. Africa nos atraía y por eso Senegal fue el destino perfecto. Era uno de nuestros primeros contactos con Africa. Buscamos mucho por internet pero los guías que nos ofrecían sus servicios no nos convencían. Nos pedían unos precios astronómicos, lo que nos hizo pensar que querían aprovecharse de nosotros.

Contactamos con algún viajero a través de foros de internet y uno de ello nos condujo a Demba. Nos pusimos en contacto con él y sus propuestas nos convencieron, sobretodo por el gran abanico de posibilidades que nos ofreció, nos acabó de convencer que el nos dijera que “incluso si queríamos podíamos viajar por libre pero que ya teníamos un contacto en Senegal por necesitábamos algo”. Tuvimos la gran suerte que 4 días antes de iniciar nuestro viaje él andaba por España y pudimos hablar con él, lo que nos acabó de confirmar que él seria nuestro guía.

Bueno hablemos sobre Senegal, ¿no? Visitamos Dakar (Ille de Goree y lago Rosa) y empezamos nuestro viaje hacia el Senegal más profundo: País Bassari. Compartimos el viaje con Beth, Sergi, Demba y Paco. Increíble los pueblos que visitamos y la gente con la que nos relacionamos.
Demba se acuerda de todo el mundo, de aquel pueblo que está allí alejado, de aquel campamento que necesita un empujón, de aquel dispensario sin recursos, de aquella escuela que hace lo que puede, de aquel niño que necesita seguir estudiando español, de aquel chaval que un día puede convertirse en guía, de aquel hermano, de aquel familiar,… y eso se nota cuando nos lleva a visitarles. Se nota el cariño y el respeto con el que le miran y con el que le escucha. Y lo mejor del viaje ha sido que nos dejara compartir con él todo esto, que nos explicara las intimidades de un pueblo, que nos dejara acercarnos a su cultura y entrometernos en sus vidas.


No se me olvidaran nuestras charlas en el campamento Badian, en Mako, o las reuniones con el jefe del pueblo sobre la construcción de la granja, el recibimiento con los brazos abiertos de la familia de Paco, las sonrisas de aquellos niños que recibían un par de zapatos, la mirada de aquel chaval que nos guiaba hacia Iwol, su sonrisas… y una vez en España no se me olvidará la mirada de aquel joven senegalés que vendía cds en la playa y que soñaba con volver a su país.

Ha sido un viaje muy bonito. Gracias por todo.
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