DEMBA




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jueves, 29 de julio de 2010

Viajar a Senegal ha sido un regalo (Mari Urbieta)

Viajar a Senegal ha sido un regalo…tengo que comenzar con esa frase, porque África me ha regalado alegría….

Cuando empecé a pensar donde podía irme de vacaciones con mi amiga Soraya, pensé en un primer momento en Perú, porque a Soraya le hacía mucha ilusión, pero por motivos económicos, problemas con los billetes y demás…decidimos viajar a Senegal.

Las dos habíamos trabajado con personas de origen Senegalés y Gambiano, y pisar esa tierra nos llenaba de emoción. De hecho en nuestra llegada al aeropuerto de Dakar, después de haber recibido llamadas y visitas de mis chicos en la oficina a lo largo de toda la semana deseándome suerte y ofreciéndome consejos, lloré…pensando que en mi corazón viajaban todos esos chicos que por la existencia de una ley de extranjería , estaban condenados a un exilio demasiado largo….

En el 2006 hubo un gran número de inmigrantes que cruzaron nuestras fronteras jugándose la vida, pensando que aquí encontrarían un futuro mejor, tal y como muchos españoles han hecho a lo largo de los años, desde los tiempos de Cristobal Colón ( en peores circunstancias, ya que no solo emigraban, sino que esclavizaban y masacraban….) hasta hace menos de 50 años.
Yo trabajé con esos hombres, porque sobre todo fueron hombres, que llegaron a nuestras costas, y descubrí la “teranga” ( hospitalidad en wolof, idioma de Senegal) de este pueblo, aún sin tener apenas ellos para comer. Han pasado cuatro años desde que comencé mi trabajo directamente con africanos, y puedo decir que me siento orgullosa de lo que hago y aprendo cada día valores nuevos que hoy en día están perdidos en nuestras sociedades llamadas “desarrolladas”.

Mi viaje lo iniciamos Soraya, amiga, compañera y hermana que encontré en Colombia, y otro amigo-familia, Fernando. Otra vez más debo agradecer a la vida el haberme brindado amigos como estos, que por muy locas que parezcan mis ideas, me coge de la mano y viene donde yo vaya…simplemente a acompañarme y a descubrir mundos juntos. También vinieron María, Germán, Ababel y Leo….maravilloso descubrirles a ellos también…

Queríamos un viaje diferente y busqué hasta encontrar a la persona ideal, Demba. Demba Dieng es un guía que aparte de mostrar la parte turística de su país, te adentra en la realidad social de África, te la cuenta, te la desnuda, te la encara y la hace tuya… y que destina parte del dinero que gana con su trabajo a los proyectos que ha ido poniendo en marcha poco a poco gracias a la colaboración de la Asociación Yakaar Africa.

Hemos estado en hoteles de lujo y en alojamientos más modestos, y si un aspecto hay que comentar es la constante amabilidad del pueblo senegalés hacia nosotros en cualquier lugar que nos encontraramos. El aspecto más importante para nosotros, ha sido el conocer los proyectos que se están llevando a cabo en Senegal gracias a Demba y los turistas españoles que han formado esta asociación, Yakaar Afica, asociación que ayuda y contribuye al resurgimiento de su amado país.
Visitamos colegios, guarderías, poblados, centros de maternidad, centros de salud…todo ello rodeados de niños que te cogían de la mano, y te regalaban sonrisas, y nos arrancaban carcajadas con el sonido de sus risas tan inocentes, y sus abrazos llenos de calor…

Gracias a la colaboración de todo el grupo de compañeros de viaje , conseguimos llevar material escolar y sanitario para apoyar minimamente algunos de los proyectos.

Entramos en un colegio a 34 grados y vimos como nos cantaron, y danzaron para nosotros, y nosotros danzamos para ellos ( no con la maestría que lo hacían ellos, porque decididamente llevan la alegría y el ritmo en el cuerpo…). Jugamos al corro de las patatas, o al “Un, dos , tres Carabin-bomban” y vimos que esos niños lo único que querían era cantar y jugar y correr descalzos y recibir un beso nuestro…sin dobles, intenciones ,ni rabietas ,ni caprichos….

Todo ello nos emocionó de un modo indescriptible.

Nos invitaron a tomar un té, junto a la orilla del mar, en una choza de ramas, con una música que era un regalo saboreando trozos de coco…

Llegamos a casas donde no nos conocían, pero simplemente por estar allí nos abrían sus puertas y sus corazones, y nos regalaban miradas cómplices y divertidas, y palabras desconocidas pero llenas de respeto y cariño…

Nuestros últimos días, nos fuimos a Beer, a 70 Km de Dakar, a un pueblo de donde son muchos de los chicos con los que trabajo normalmente en Santurce. Los chicos que viven en Santurce no se olvidan de sus orígenes y por ello, han decidido juntarse y formar una Asociación para poder ayudar a su pueblo en Senegal “Yapele Beer” ( Ayudar a Beer). Desde unas cuantas voluntarias de Santurtzi, les estamos acompañando en todo el proceso de formación como Asociación y preparación de proyectos. A ellos les gustaría que sus hijos no tuvieran que salir de Senegal, que pudieran quedarse allí, en su pueblo para estudiar y vivir y acudir al médico sin problemas….porque las personas que llegan a nuestras fronteras, no vienen por gusto, sino por necesidad…necesidad de tener una vida digna o la firme creencia de que aquí conseguirán tener una vida así….
Nuestra experiencia en Beer fue intensa y hermosa, visitar las familias de hijos emigrados, que hace más de cuatro años que no ven… Mirar a los ojos de esas madres que me miraban como si su hijo viajara conmigo, dentro de mis ojos y mis manos… Visitar el colegio, y el Centro de salud para diagnosticar necesidades y futuros objetivos… Comer con los familiares de los chicos con los que trabajo normalmente y alojarnos en sus casas de un modo totalmente gratuito, fueron emociones fuertes, maravillosas e intensas…. Contar con la ayuda de Demba, su compañía, su mediación, su traducción y su labor desinteresada me llenó de ternura, seguridad y fuerza….

Las comidas familiares en Senegal, se hacen poniendo platos gigantes tipo bandejas en el centro, y todos en el suelo alrededor del plato comíamos el Cebu-yen, un plato senegalés delicioso que está compuesto por arroz, pescado y verduras con un sabor un poquito picante, pero exquisito.

Después de la comida es el té y la charla familiar, y como había unos colchones en la misma sala, más de uno nos hicimos una siesta después de comer, entre comida y té…siempre rodeados de risas, de niños que entraban y salían y de la gente del pueblo que venía a ver a los “Tubabs” ( blancos en wolof).

En Dakar nos quedamos en casa de una pareja de amigos, que viven en un pequeño apartamento, y que nos brindaron una velada deliciosa con un rico pescado frito, ensalada y delicias senegalesas. Eso sí…sin luz porque hubo un apagón, pero rodeados de velas. Nuestra pareja amiga nos dejaron su propio colchón a nosotras ( otra muestra de la teranga senegalesa) durmiendo ellos sobre una colcha puesta sobre el somier.

Desde el inicio hasta el final del viaje….el estar con Demba, fue un regalo…por su profesionalidad, humanidad y sabiduría…

En este país hermoso que hemos recorrido de norte a sur, visitando islas y parajes paradisíacos, en el que hemos comido pescados deliciosos, hemos descubierto valores que en nuestras vidas cotidianas apenas están presentes, como el compartir, la generosidad, la familia, el respeto al mayor, la alegría de vivir, la risa compartida, la hospitalidad…

Y es que África…tiene mucho que enseñarnos, danzas, cultura tradicional, música, paisajes, gentes, sonrisas, gastronomía…

Y sobre todo, debemos pensar que cada vez que vemos a uno de esos vendedores de Cds, detrás de él se esconde una historia marcada por el dolor de quien vive lejos de su tierra, tierra con la cual nosotros tenemos una deuda, porque si la mitad del mundo vivimos mejor es porque la otra mitad vive por debajo del umbral de la pobreza…y lo curioso es que viviendo en esa pobreza, nos den lecciones de vida y de valores, y es que cuanto menos se tiene más se da…

Que regalo vivir, descubrir y sentir África….que bueno hacerlo con personas como Fer y Soraya, el restod e la tropa, Pap y Demba…., personas a las que quiero y que me regalan risa y cariño incondicional….que alegría saber que África me ha vuelto a transformar y me ha dado otra visión más rica y más completa de la vida de los chicos con los que trabajo…

Al cerrar los ojos y recordar Senegal, siento los abrazos de esos niños, veo sus miradas y sonrisas sobre mi y escucho el sonido de los tambores dentro de mi alma, y de forma inmediata se me dibuja una sonrisa en el rostro y vuelvo a encontrar mi equilibrio y mi paz….

Solo deseo volver pronto y volver a sentir la serenidad que transmite la tierra y las gentes de mi África querida….

Mari Urbieta
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