Era la primera vez que viajábamos a África, y la primera vez que lo hacíamos a la aventura… normalmente te vas a una agencia y te organizan un viaje, claro un viaje “turístico”….pero esta vez buscábamos otra cosa, al principio había dudas….saldrá bien?, desconocíamos con quien viajaríamos, pero la sensación con la que hemos regresado a España es que no podía haber estado mejor, han sido nueve días en lo que hemos estado en verdadero contacto con la gente, en los que hemos sentido el país.
Volamos por la noche, nerviosos después de tantos días esperando ese momento. Y por fin llegamos a Dakar, y conocimos a Demba, Ambrosio y Paco. Demba se venía para España, por lo que no hicimos la ruta con él. La primeras imágenes que vimos causaban un poco de shock, esas calles empolvadas de tierra rojiza, coches que era imposible imaginar que podrían andar, puestos y gente en movimiento por todas partes… esas miradas de los niños, el colorido….hizo falta poco para empezar a sentir cosas muy especiales en el corazón.
La llegada al desierto de Loumpoul, asombrados por su belleza, las carreras por las dunas tirándonos con Ambrosio con la tablas de snow, las risas jugando al aiwale con la chica de las haimas.
Esos trayectos por carretera, los baobabs, la pasada por Keur Massar, Touba, Diourbel…Kaolak.
Paramos en un bosque de baobabs, nos vimos rodeados por niños que se agarraban a nuestras manos y a penas nos dejaban andar, sus miradas, sus sonrisas. De camino a Tambacounda paramos en un colegio, impactante, les dejamos material escolar que llevábamos, el profesor nos contaba lo mal que funcionaba el sistema, todo lo que había por hacer, nos cantaron una canción antes de irnos, uuuf, un nudo en la garganta, realmente te deja marcado.
Conocimos algunos de los proyectos de la asociación, fuimos a Dindefelo, a su preciosa cascada, los ratos con la gente del pueblo, estuvimos con Ambrosio y Sidi a ver los pozos que se están construyendo para las huertas, uno de ellos había que reformarlo antes de que empezasen las lluvias, conocimos a las mujeres que van a trabajar en ellas, impacientes por poder empezar.
En Bandafassi conocimos el proyecto para las mujeres, el pozo, la huerta, el criadero de pollos, de cabras… vimos lo avanzada que estaba ya la cabaña de Leontine para los voluntarios.
Cómo no, subimos a la montaña para conocer el poblado Iwol, a sus mujeres a los niños. Toda una zona realmente bonita… Mako, Dindefelo, Bandafassi, Kedougou.
Visitas a Joal Fadiouth, la Isla de las Conchas, el puerto de Mbour, sus bonitas playas, la reserva de Bandia, la Isla de Goree, en fin toda una aventura que no olvidaremos, sobre todo por el recuerdo de la sonrisa de su gente y la amabilidad que a pesar de todo tienen.
Así que, hemos regresado pensando, cómo no volver…. y por supuesto cómo poder ayudar. Ambrosio nos ha sabido transmitir lo necesitada que está África en general y lo importante que es que ayudemos a levantar estos países, también lo necesario que es un cambio de mentalidad en sus gentes para que aprendan a construir su propio futuro.
Una experiencia inolvidable!
Cómo no disponíamos de más días nos faltó por conocer la zona de Cassamance, que esperamos sea posible pronto