Volvemos a nuestra querida Senegal en familia
Nos propusimos hacer este viaje hace tiempo pensando que Ousmane se hubiese recuperado del todo y que iba a volver a su casa con nosotros, pero como todos sabemos el destino tiene sus propias reglas y hace que todos los planes cambien y esto no ha sido posible. Nos confirmaron hace dos meses que Ousmane no iba a estar totalmente recuperado, por lo visto le harán unas pruebas de esfuerzo un poco más adelante y después diagnosticarán los médicos los plazos a seguir, por tanto nuestro gozo en un pozo. ¡Qué le vamos a hacer!
Nos propusimos hacer este viaje hace tiempo pensando que Ousmane se hubiese recuperado del todo y que iba a volver a su casa con nosotros, pero como todos sabemos el destino tiene sus propias reglas y hace que todos los planes cambien y esto no ha sido posible. Nos confirmaron hace dos meses que Ousmane no iba a estar totalmente recuperado, por lo visto le harán unas pruebas de esfuerzo un poco más adelante y después diagnosticarán los médicos los plazos a seguir, por tanto nuestro gozo en un pozo. ¡Qué le vamos a hacer!
Al contárselo a Ousmane nos vuelve a dar una gran lección: “Llévate juguetes de mi armario, tengo muchos, repártelos, pero que no se peleen y diles que estoy mejor, comiendo y portándome bien para volver pronto”
Así que con esa lección y pequeña tristeza inicial pero con alegría preparamos una pequeña maleta para cada uno y ciento noventa kilos entre material médico, material escolar y juguetes, que vamos a llevar entre las dos familias para entregarlo allí en Senegal. Como siempre que empezamos un viaje vamos con un motón de ilusiones y sobre todo con ganas de que nuestros hijos, que esta es la primera vez que nos los llevamos, conozcan cómo es la vida allí, y valoren cómo viven aquí y lo diferente que es la vida en un sitio y en otro. No sólo las nuevas experiencias de colores, olores y sabores de Senegal que son espectaculares como ya sabemos, sino mucho una cuestión mucho más importante, que valoren lo simples que son las cosas que realmente importan en la vida, van a descubrir que la vida humana sin estar pendiente de un móvil en la mano, por ejemplo, es posible. De hecho, al final de este relato cada uno de los cuatro niños adjuntará una opinión personal sobre el viaje que han realizado, yo me limitaré a comentar las aventuras y las anécdotas graciosas que nos ocurrirán, pienso que las opiniones más importantes serán las de ellos y no las mías ni las de Bego, Paco y Paqui.
Esta será la primera vez que van a tomar contacto directo y profundo con otro tipo de sociedad totalmente distinta a la que viven y con otro tipo de necesidades. Van a conocer de primera mano cómo es el día a día en un colegio, en un poblado, en una maternidad, en un orfanato, etc. Vamos, que el descoloque de cabeza que van a tener cuando vuelvan a casa va a ser tremendo, o eso esperamos al menos, por un tiempo.
Bueno, la aventura comienza. Llegamos a Dakar muy tarde, pero menos mal que eran las dos de la mañana, porque la zona del aeropuerto es terrible por la aglomeración de gente y coches que se forma.
Enseguida vimos a Ambrosio (el alma de Yakaar en Senegal, junto con Demba), que nos estaba esperando y a David (el hombre de “la prisa mata”, luego hablaré de él). Subimos las maletas y los bultos al techo de la furgoneta (menos una que se quedó por el camino, a esas cosas nos arriesgamos) y apareció Demba con su sonrisa perfecta. ¿Cómo estáis amigos? Un abrazo entre todos.
Desde ese momento observamos el gran cambio desde nuestro último viaje en 2013, una nueva carretera desde el aeropuerto, algunas inversiones chinas (para nuestra sorpresa, por ejemplo una gran biblioteca a las afueras de Dakar,…) y es que, como nos cuenta Demba, se ha descubierto petróleo y una gran balsa de gas, y con ello empiezan las inversiones, unas mejores que otras, y un poco el progreso (ahora además de las mezquitas las mejores construcciones son las gasolineras), esperemos que sea para bien.
La primera parte del viaje, hasta el día que cogemos el barco a Casamance hacemos turismo, nunca importa repetir en Senegal, es todo impactante, el Lago Rosa, la isla de Gore, St. Luis, dormir en el desierto y ver la reserva natural donde los pelícanos hacen escala, había miles y “olía a pelícano”, es decir Senegal como siempre cubre todas las expectativas y da para todos los gustos, pero vamos paso por paso..
Los alojamientos también han mejorado considerablemente, o al menos los que en esta ocasión ha reservado Demba, son ¡Impresionantes! , así que ahora ya no hay excusa para visitar con comodidad esta maravilla de país, eso sí…. Con las premisas de: Desayunar pan con mantequilla, y si hay suerte mermelada. Comer comida sorpresa, ¡cómo no! arroz con pollo y cebolla. La sorpresa es si el arroz será con pollo, o cebolla o las dos cosas. Ir a Senegal y no probar la cebolla es perderse de lo mejorcito, desde la picante a la dulce, según como la cocinen. No perderse el hablar e interactuar con la gente, son encantadores, siempre tan arreglados y con una gran sonrisa en la cara.
El resort en el que estuvimos el primer día estaba cerca de un poblado, y después de un bañito en el mar y la piscina y antes de la cena nos acercamos para que nuestros hijos se familiarizasen con los poblados y la forma de vida y contactasen con los chavales. En cuanto llegamos nos recibieron multitud de niños y sus madres aunque era casi de noche, pero para ellos no hay horas, empezaron a salir de mil sitios y les repartimos unos regalos que les habíamos llevado, entre ellos una pelota de fútbol, Mario se echó un partido con ellos. Por cierto, los pendientes y las gafas de sol un éxito.
Para terminar el día durante la cena David nos amenizó con el refranero español que se tiene memorizado y hasta Demba nos animó a bailar mientras él tocaba el djembe.
En este viaje hemos intentado, que incluso haciendo turismo pudiésemos más compartir la vida senegalesa, como por ejemplo levantándonos a ver amanecer (impresionante) y ver llegar al pescador, en su barca hecha con tronco de árbol y unas doradas estupendas, que las mujeres del poblado iban a recoger a la playa, y de paso cazar algún cangrejo de aderezo, hay miles. Es lo bueno de Senegal, es totalmente tranquilo para visitar e integrarse.
Camino hacia el parque natural de Djoudj paramos en un cole y los niños disfrutaron a tope repartiendo material escolar y juguetes y tomando conciencia de que incluso con pocos recursos estos niños se merecen la oportunidad de aprender, aunque les guste más estar al aire libre.
Llegamos al parque y nos montamos en una barca para ir a observar el sitio de descanso en la migración de los pelícanos. El vuelo de los pelícanos al lado de la barca impresionante, y conforme te vas acercando empiezas a ver más y más pelícanos hasta que aparece una isla llena de pelícanos, en un momento se pusieron a volar a la vez un montón. La vista es espectacular, pero el olor es nauseabundo, Mar Yang decía “pero qué mal huelen estos bichos”, “huelen fatal!”, de ahí que cada vez que olíamos algo raro durante el resto del viaje íbamos diciendo que “aquí huele a pelícano!”.
Depende de la época del año las aves que se pueden ver en esta isla varían, así que es un lugar digno de visitar, sobre todo para los amantes de las aves.
El día lo acabamos en el desierto, y otra vez nos sorprende la evolución, las tiendas tienen camas y ducha y servicio, cuando estuvimos en nuestro primer viaje hace 7 años se dormía en el suelo y la ducha era común al aire libre, se pierde magia pero se gana en comodidad, como es normal. La cena de cuscús sigue siendo magnífica, pero ya no se come sentados en el suelo y con la mano, y no estamos solos, si no con un grupo grande, de españoles y sobre todo de franceses. Ahora hay más de un campamento, es tan bonito que ha cogido mucha fama.
La vista de las estrellas es espectacular, Iciar y Bego tuvieron la suerte de ver una estrella fugaz, yo no la vi, qué pena. Nos metimos en la tienda y a dormir a tope, porque estábamos reventados y mañana antes de irnos hay que hacer sand surf, hay tablas para surfear en las dunas..
Hoy ya es día 6, se pasa el tiempo rapidísimo. Hay que volver a Dakar para coger el barco y organizar todos los paquetes que nos quedan, así que en cuanto terminamos de rebozarnos por la arena, nos duchamos y terminamos de repartir en varios coles el material que llevamos. Eso sí, al parar en los poblados hay que llevar a mano también juguetes y bisutería para las mamis, porque si no es horario escolar, aparecen de todos lados, y además, desgraciadamente no todos los niños están escolarizados.
Nos da tiempo a visitar la isla de Gore y que Alma, Iciar, MarYan y Mario se enteren del sufrimiento de los esclavos que partían de aquí.
Volvemos al puerto, y aparece la mujer de Demba (Kahdy-Jadi), que se viene con nosotros a Carabane. Un lío con los paquetes impresionante, menos mal que Paco se puso a organizarlo todo con el personal del puerto, esto por aquí, esto por allá, con esto tener cuidado! No veis que lo pone ahí en la etiqueta pegada en el bulto!, decía, y todos los del puerto, que no hablaban español ninguno asentían, pero le hacían caso, Paco se hacía entender estupendamente. Al final, no nos dejaron llevar nuestras maletas de mano en el camarote, pero bueno, era sólo una noche en un camarote de 8 estaba bien.
La noche la pasamos bien y la travesía fue tranquila, nuestro camarote estaba al lado del “pasillo de los rezos”, había gente que se pasaba toda la noche rezando en unas esterillas. Otra experiencia para mezclar culturas y religiones, mucho de lo que aprender en Senegal donde incluso se casan entre diferentes religiones y creencias, lo que no es muy común.
Por la mañana Los chicos se quedaron muy impresionados al ver a las mujeres quitarse las pelucas para peinarse y arreglarse muchísimo, como siempre, antes de llegar.
Vemos amanecer desde cubierta cuando entramos en el río Casamance, las vistas eran espectaculares, pequeñas barcas de pescadores y una jungla de manglares al fondo, y llegamos a isla de Carabane (antes había que desembarcar en Ziguinchor, pero han hecho un puerto nuevo en la isla, mucho más cómodo para nosotros). Los bultos llegan sanos y salvos, los meten en una lancha para llevarlos al hotel, y nosotros andando.
Qué recuerdos de cuando estuvimos aquí hace tres años, de las habitaciones, del restaurante, de las mujeres bailando… Conocimos a Papau, y le dijimos que si teníamos tiempo queríamos visitar Hitou, para que los niños conozcan la escuela y el centro de salud, la selva de manglares por la que se llega es preciosa. Rápidamente lo organizó, me dijo que le acompañase y me fui con él a coger dos cocos de la palmera de su casa, pero para pelarlos se pegó una paliza impresionante con el machete. Nos fuimos al embarcadero, montamos todos en una barca y salimos, el agua de coco estaba buenísima y fresquita, que ya empezaba el calor.
El viaje a Hitou se complica, la barca se embarranca en la arena del río, y encima se ha roto un pasador de la hélice, nos quedamos colgados al lado de los manglares en la otra orilla del río Casamance, un sol impresionante y el teléfono sin cobertura, Mario se tira al agua, ¡no se va a olvidar de este baño!, y empezamos a pedir ayuda a un pescador que vemos a lo lejos, lo que nos faltaba “un naufragio”!, menos mal que llevábamos cocos para comer, dijimos. El barquero se puso a desatornillar un tornillo de sujeción del motor en la barca y a duras penas lo pone en la hélice, arranca el motor y despacito vamos hacia Hitou remolcando al pescador que había venido a echarnos una mano. No es por nada, pero esto ya va pareciendo un viaje de los nuestros! Menos mal que la gente es encantadora!
Los niños se quedaron asombrados al ver los fetiches en la entrada de Hitou, Papú les explica su significado y las cosas que hay alrededor de la ceiba que nadie las coge, repartimos material escolar y medicinas en la maternidad y en el centro de salud (allí dejamos las medicinas y una nota porque no había nadie), pasamos un buen rato, cuando nos íbamos vinieron un motón de niños a despedirnos a la salida, les dimos los bolis que nos quedaban, aunque no parece que les hiciera mucha gracia y no me extraña, porque los bolis son para estudiar, con eso no se juega! Tenían razón, pero no teníamos otra cosa. En la escuela comprobamos la valla que ha hecho Yakaar África, que en el anterior viaje no estaba.
A la vuelta tuvieron que rescatarnos con otra barca y le mandamos una foto a Demba tumbados medio muertos en la barca, antes de que los chicos se tirasen vestidos al río.
Por la tarde visitamos Carabane, paseamos por la isla y hablamos con los habitantes, sigue estando muy limpia gracias al programa de limpieza que puso en marcha Araceli, y se nota. Esto le da la idea a Alma e Iciar de hacer campamentos para los chicos en época no escolar sobre concienciación medioambiental, ¡Ya se ponen a hacer planes! Es algo en lo que hay que trabajar en otras zonas, incluso cuando les llevamos los regalos concienciarlos y concienciarnos de que no deben dejar los papeles, plásticos, … o mejor seleccionar antes los tipos de regalos.
Comiendo se nos hicieron casi las cinco, así que como la biblioteca la cierran pronto y queríamos verla, cogimos libros y juguetes de los paquetes y los llevamos para allá. Visitamos la biblioteca de Carabane que ha hecho Yakaar, está genial, con dos salas, una para los pequeños, que muestran quizá menos interés en la lectura y otra para los mayores, que estaban muy interesados. Pasamos un rato estupendo organizando juegos e incluso nos escriben sus nombres en un papel y nos enseñan a pronunciarlos. Los libros que hay allí nos impresionaron, muy completa gracias a muchas aportaciones de viajeros. Los chicos, como no, mientras jugando al futbol con Mario y Paco.
En el cole vemos que también ha llegado el progreso, han aumentado el número de clases porque se ha ampliado el cole y hay más profesores, esto permite separa a los niños por edades, ya que antes (y en otros coles que hemos visitado), están en la misma clase separados por filas y el mismo profe atiende a todos dividiendo las pizarra en zonas por edades. También vemos que la ayuda en material escolar es grande
De ahí nos vamos a la maternidad, que, como es grande también, es ahora centro de salud. Nos atiende la misma matrona de hace años y le dejamos medicinas. Hay un bebé de dos días.
Nos encontramos con las fisios voluntarias españolas y quedamos en apuntarnos para jugar un partido de fútbol con ellas, que al final no jugamos, pero estuvimos un rato de paseo por la playa y unos bailes por la noche. La verdad es que estaban haciendo una labor estupenda enseñando a las matronas de varios pueblos diferentes técnicas, concienciando a las mujeres y dando charlas en el cole. Pero ellas seguro comparten con nosotros su experiencia también (las fotos mejor ellas, las nuestras como son de noche están movidas)
Al día siguiente seguimos nuestra ruta, ya centrada en los proyectos de Yakaar y en distribuir la ayuda que llevamos, las libélulas nos acompañan, una roja preciosa casi se le posa a Bego, siempre nos acordamos del abuelo, parece que nos acompaña en todos los viajes.
Cargamos todos los paquetes y como tenemos poco, en el carrito donde cargamos todo mangamos una bolsa de cous-cous de mijo de una familia sin querer, inmediatamente llamaron porque sabían quiénes eran los dueños y luego la dejamos en Cap Skirring (Paquirrín).
Pasamos por un cole que no tenía mesas, creemos que era más bien guardería, pero los niños eran simpáticos a no poder más! Nos reciben con cantos y bailes, es lo mejor del viaje.
Después nos fuimos a Mlomp a ver la las ceibas gigantes, que son sagradas para la gente de ese pueblo según nos comentaron y de camino vimos varios proyectos de Yakaar, granjas de engorde de cerdos, la fábrica de mermeladas (ya autosuficiente) con las deliciosas mermeladas (compramos de papaya, pomelo y mango a cual más rica), y nos apretamos unos zumitos buenísimos de piscu (o algo así, era rojo) y de pan de mono (del fruto de los baobabs). También paramos a ver la tienda de telas que también impulsó Yakaar, Khady nos regaló dos manteles para las abuelas. Luego fuimos a una maternidad donde había tres bebés y comprobamos que las condiciones habían mejorado muchísimo con respecto a hace tres años, dejamos medicinas y ropa de cama para bebé y comida de bebé.
También tuvimos un momento para visitar un orfanato que está siendo ayudado por una ONG italiana, allí nos recibieron unas monjitas encantadoras, tienen 23 niños, 7 de ellos bebés. La labor que realizan es espectacular, incluso lavaron y arreglaron un poco a los niños para que vinieran a saludarnos, les dejamos juguetes. Todos los niños disfrutaron mucho con los pequeños. Fue una fiesta. Seguimos camino, paramos a ver el proyecto de huerta de Yakaar y los niños ayudaron a regar un poco a las mujeres que estaban allí. Paqui sacó una bolsa de collares y las mujeres casi se vuelven locas, todas dejaron lo que estaban haciendo y se pusieron a bailar, en especial Iciar, que se acordó de la mujer que seguía sacando agua del pozo y no había cogido regalo.
Ya con el tiempo super justo nos fuimos a ver la casa típica “impluvium” (la casa que recoge agua de lluvia en el interior, típica diola, tenía un patio interior en el que se organiza la vida de las familias, que abren sus habitaciones al interior), a los niños les impresionó mucho. Allí repartimos juguetes y pinturas y les encantaron, Iciar les enseñó lo que era un sacapuntas y ya se nos hizo de noche, así que salimos pitando para Ziguinchor al hotel a tiempo de probar la piscina. El hotel está genial comparándolo con hace unos años, además funciona la wifi a toda pastilla.
El desayuno muy variado, había buffet, ya decía yo que esto ha cambiado. Intentamos reorganizar el viaje, y nos fuimos al puerto a ver los puestos de pescado atendidos por mujeres, les regalamos gafas de sol que llevábamos y se pusieron muy contentas, una señora de un puesto de pescado nos pidió que le hiciésemos una foto agarrando uno de los pescados que vendía en una mano con las gafas que le había regalado Alma pero decidió que en la foto tenía que salir guapa, así que sacó una peluca del bolso en que llevaba más pescados y se la plantó en la cabeza , por un momento creí que una le iba a poner la peluca a Alma, que susto todos! Luego, una risa.
Vamos al mercado central y vamos a hacer las compras al mercado de artesanía para comprar algunos regalos, un cuadrito de arena para Richi (un amigo de Madrid que está deseando venir) y pulseras de recuerdo para todas las personas que han aportado algo para traer aquí. Iciar compró una tela para hacerse una falda y una bolsa de viaje.
Emprendemos nuestro regreso desde Gambia, hacemos un resumen del viaje y resumimos nuestras ideas para este escrito y agradecimientos y sugerencias para Yakaar, GRACIAS YAKAAR AFRICA por hacer llegar ayuda sostenible a quien realmente la necesita y a nosotros esta gran experiencia. La experiencia ha sido muy buena, la evolución del país para algunas cosas bien y otras menos bien, y los proyectos, algunos como las granjas y huertas muy gratificantes, otros menos, como el lío con las medicinas y material escolar con poco control. Pero, menos mal que Yakaar se involucra.
Respecto a los precios en general han subido bastante, por ejemplo en comer no hay mucha diferencia con España, y en los mercadillos se sigue regateando hasta el infinito, en lo demás no pude comprobarlo. Y, como siempre, destacar la hospitalidad de la gente de Senegal, gracias por todo.
Alfredo, Begoña, Paco y Paqui
Una última alegría al final del viaje, recibimos un mensaje de WhatsApp de que a Ousmane puede que le den el alta temporal. Hacemos un maniquí challenge entre todos con la canción “el caballito del palo” en el aeropuerto y nos despedimos entre nosotros, ya rumbo a Madrid.! Felices Navidades Amigos!
¡Hasta pronto, Senegal!